En los últimos años, los lineales del supermercado se han llenado de productos que presumen de ser “ricos en proteína”: yogures, galletas, barritas, bebidas y, cómo no, pan.
El pan proteico de Mercadona es uno de los ejemplos más populares, vendido como una opción “fitness” para quienes buscan cuidar su dieta sin renunciar al pan.
Pero ¿realmente es un buen producto o simplemente otro reclamo de marketing? Como dietista, aquí te doy mi análisis… y mi opinión.

🤑 La moda de los alimentos hiperproteicos
La proteína ha pasado de ser un nutriente importante a convertirse en una especie de amuleto nutricional. En parte, esto viene de la influencia del mundo del fitness y de redes sociales, donde se transmite la idea de que “más proteína = más salud y más músculo”.
La realidad es que, ni siquiera en deportistas, existen estudios bien diseñados que demuestren que consumir más proteína de la necesaria mejore el rendimiento, la recuperación o la ganancia muscular de forma sostenida. Además, el cuerpo es capaz de adaptarse; por ejemplo, si una persona consume menos proteína de la recomendada, el organismo ajusta sus procesos y regula el uso de este nutriente para optimizarlo.
El problema de esta moda es que muchos fabricantes aprovechan para subir el precio del producto simplemente por añadir aislados de proteína o harinas de legumbre, aunque el resto de la composición no sea tan saludable.

👁️ Ingredientes y valores nutricionales
Ingredientes: mezcla de harinas integrales (centeno, garbanzo), proteína de arroz, proteína hidrolizada de trigo (gluten), semillas de lino, sésamo y pipas de girasol, aceite de oliva virgen extra, levadura y sal.
Por 100 g de producto:
- Energía: 409 kcal
- Proteínas: 46,5 g
- Grasas: 21,4 g de las cuales saturadas: 3,1 g
- Carbohidratos: 13 g de los cuales azúcares: 1,7 g
- Fibra: 11,3 g
- Sal: 1,1 g

👉 Este perfil es muy distinto al de un pan convencional: casi la mitad de la energía proviene de proteína, la carga de hidratos es baja y el aporte de fibra es elevado.

👨⚕️ Pros y contras
El pan proteico podría tener sentido en situaciones muy concretas, como en dietas con restricciones severas de carbohidratos o cuando, por preferencias personales, la persona no consume otras fuentes de proteína en la comida donde lo incluye.
Pero en la gran mayoría de casos, no aporta beneficios reales frente a un buen pan integral acompañado de una fuente proteica clásica (queso fresco, pollo, yogur natural, soja…). Y mucho menos es imprescindible para deportistas, ya que cubrir las necesidades proteicas con alimentos convencionales suele ser sencillo y económico.
Además, el precio suele ser más alto que el de un pan integral de calidad, y su halo “fitness” puede llevar a pensar que se puede comer sin moderación, cuando sigue aportando calorías y debe encajar en una dieta equilibrada.
Aspecto | Pan proteico Mercadona | Pan integral tradicional |
Proteína | Muy alta (~46,5 g/100 g). Procede de gluten, soja, guisante. No hay evidencia de beneficio extra si ya cubres tus necesidades | Moderada (~9 g/100 g). Procede del cereal. Suficiente en una dieta equilibrada |
Carbohidratos | Bajos (~13 g/100 g). Menor aporte de energía rápida, útil solo en dietas bajas en carbohidratos | Más altos (~45 g/100 g). Fuente de energía útil, especialmente en personas activas |
Azúcares naturales | Muy bajos (~1,7 g/100 g) | Moderados (~5 g/100 g), pero naturales, sin añadido de azúcares libres |
Fibra | Alta (~11,3 g/100 g), gracias a semillas y harinas integrales | Buena (~7 g/100 g) por harina integral |
Grasas | Más altas (~21,4 g/100 g), sobre todo insaturadas de semillas, pero aumenta el aporte calórico | Más bajas (~4,5 g/100 g) |
Procesamiento | Alto: mezcla de harinas, proteínas aisladas y aditivos | Bajo si es un pan integral artesanal o de lista de ingredientes simple |
Precio | Generalmente más caro | Más económico |
Tabla elaborada por Sergio Guerrero
✍️ Conclusiones
El pan proteico de Mercadona no es un enemigo, pero tampoco una panacea.
- Es un ejemplo más de cómo la industria alimentaria aprovecha una tendencia, en este caso, la obsesión por la proteína, para vender productos más caros.
Si te gusta su sabor, encaja en tu presupuesto y te resulta práctico, no hay problema en consumirlo. Pero no esperes mejoras en tu salud o tu rendimiento solo por sustituir tu pan habitual por uno con más proteína. La clave sigue siendo el conjunto de la dieta y la calidad global de lo que comes, no un producto aislado.
En definitiva, es una herramienta más, no un atajo. Y como dietista, mi recomendación sería no dejarse llevar por el marketing y valorar si realmente aporta algo a tu alimentación… más allá de la moda.